Imagina que te hacen una prueba para averiguar si padeces una grave enfermedad que afecta a una de cada 200 personas.
El análisis tiene el 98% de fiabilidad, es decir, falla el 2% de las veces. Das positivo.
¿Debes asustarte? Sí, pero no en exceso.
Ahora estarás pensando: ¿Estás loco o qué?
Vamos a ver por qué digo esto.