La princesa Dahizé era la única hija del rey Cassim “el Indeciso”, y era de una belleza extraordinaria.
Cuenta la historia que cuando Dahizé cumplió dieciocho años y veintisiete días, fue pedida en matrimonio por tres príncipes cuyos nombres ha perpetuado la tradición: Aradin, Benefir y Comozán.
El rey Cassim estaba indeciso. ¿Cómo elegir entre los tres ricos pretendientes aquél que debería ser el novio de mi hija? Hecha la elección, se presentaría la siguiente consecuencia fatal: Él, el rey, ganaría un yerno, pero en cambio los otros dos pretendientes despechados se convertirían en rencorosos enemigos. ¡Pésimo negocio para un monarca sensato y cauteloso, que sólo deseaba vivir en paz con su pueblo y sus vecinos!
La princesa Dahizé, consultada, declaró que se casaría con el más inteligente de sus tres pretendientes.
¿Cuál de los tres sería el más inteligente?
– No vemos manera, declaraban los sabios, de llegar a un resultado definitivo en favor de uno u otro…
Ante el lamentable fracaso de la ciencia, resolvió el rey consultar a un derviche que tenía fama de conocer la magia y los secretos del ocultismo.
– Hagamos, pues, esa prueba, exclamó el rey.
El viejo derviche tomó entonces al azar tres de los cinco discos y colgó uno a la espalda de cada uno de los pretendientes.
– Cada uno de vosotros lleva colgado a su espalda un disco cuyo color ignora. Seréis interrogados uno tras otro. El que descubra el color del disco que le cayó en suerte, será declarado vencedor y se casará con la bella Dahizé. El primer interrogado podrá ver los discos de los otros dos competidores. El segundo podrá ver el disco del último. Y éste tendrá que formular su respuesta sin ver nada. El que dé la respuesta cierta, para probar que no fue favorecido por el azar, tendrá que justificarla por medio de un razonamiento riguroso, metódico y simple. ¿Quién desea ser el primero?
Interrogado en secreto por el derviche, su respuesta fue errada. Declarado vencido tuvo que retirarse del salón. Comozán había visto los dos discos de sus rivales y había errado al decir qué color era el suyo.
El derviche sacudió negativamente su cabeza. El segundo príncipe se había equivocado, y fue invitado a abandonar inmediatamente el salón.
– ¡El disco es blanco!
¿Cuál fue el razonamiento que siguió el príncipe Aradín para acertar con el color de su disco? El razonamiento fué el siguiente:
Pero si esos dos discos vistos por Comozán no eran ambos negros, cabían dos posibilidades:
Segunda:Comozán vio un disco negro y otro blanco.
De acuerdo con la primera hipótesis – reflexionó Aradín – mi disco “era blanco”.
Veo que el tercer competidor lleva un disco negro; si el mío fuera también negro, el primer candidato – Comozán -,al ver los dos discos negros no se habría equivocado. Luego, si se equivocó – concluiría el segundo candidato -, mi disco “es blanco”.
Pero ¿qué ocurrió?
El segundo pretendiente también se equivocó. Quedó en la duda. Y quedó en la duda por haber visto en mí – reflexionó Aradín – no un disco negro, sino un disco blanco.
– De acuerdo con la segunda hipótesis, mi disco también es blanco.
En esta historia, podemos comprobar cómo el pretendiente que parecía tener menos posibilidades de resultar el vencedor al ser el último es, en definitiva, quien gracias a la LÓGICA cuenta con los datos suficientes para poder asegurar con certeza cuál es el color de su disco. Cierto es que se ve favorecido por el hecho de que sus dos competidores no aciertan en su elección realizada al azar, pues de lo contrario no le habría llegado su turno y no hubiese resultado vencedor.
En ningún momento se deduce, ni se dice, que el primero ha dicho “blanco”. Como bien dices, el primer competidor podría haber dicho tanto “blanco” como “negro”. Lo único que se sabe del primero es que no ha acertado al decir el color de su disco, pues ha sido declarado por el rey como vencido, y eso conlleva que los discos de los otros dos competidores no eran ambos negros (como también has indicado correctamente), es decir, que eran uno blanco y el otro negro, o los dos blancos. Y en ese punto se continúa argumentando esas dos posibilidades. Como ves, no hace falta para nada saber el color que ha dicho el primer compedidor, lo importante es saber que no ha acertado.
No me queda nada claro: ¿cómo deducen que el primero ha dicho «blanco»? En el fondo, si los discos que ha visto no eran ambos negros, tanto podía decir «negro» como «blanco», por lo que los demás no pueden, si no es que han escuchado la respuesta del primer enamorado, hacer deducciones en base a lo que habrá respuesto.
O eso o me estoy perdiendo algo…