Vivía antaño en Damasco un esforzado campesino que tenía tres hijas. Un día, hablando con el cadí, el campesino declaró que sus hijas estaban dotadas de alta inteligencia y de un raro poder imaginativo.
El cadí, envidioso y mezquino, se irritó al oír al campesino elogiar el talento de las jóvenes y declaró:
– ¡Ya es la quinta vez que oigo de tu boca elogios exagerados que exaltan la sabiduría de tus hijas! Voy a llamarlas para ver si están dotadas de tanto ingenio y perspicacia, como pregonas.
Y el cadí mandó llamar a las tres muchachas y les dijo:
– Aquí hay 90 manzanas que iréis a vender al mercado. Fátima, la mayor, llevará 50; Cunda llevará 30, y Shia, la menor, llevará las otras 10.