Cuenta la historia, narrada por el bagdalí compañero de viaje de Beremiz Samir, de la siguiente manera:
«Cerca de un viejo albergue de caravanas medio abandonado, vimos tres hombres que discutían acaloradamente junto a un hato de camellos.
Entre gritos e improperios, en plena discusión, braceando como posesos, se oían exclamaciones:
– ¡Qué no puede ser!
– ¡Es un robo!
– ¡Pues yo no estoy de acuerdo!
El inteligente Beremiz procuró informarse de lo que discutían.