Efectivamente, las matemáticas son maravillosas, y lo son por muchas razones.
Con ellas se puede descifrar el mundo en el que vivimos, y llegar a metas que parecen inalcanzables.
Pero, en mi caso, como Profesor de Matemáticas en Secundaria, lo son sobre todo por la sorpresa y la curiosidad que pueden llegar a despertar en mis alumnos.
Y, como digo en la imagen con la que he comenzado esta entrada, esto lo consiguen no tanto las grandes demostraciones matemáticas o los muchos teoremas sorprendentes que podemos encontrar, sino a veces las cosas más sencillas, como los números y las operaciones que hacemos con ellos.
Una de las cosas más interesantes, y yo diría que gratificantes, de las matemáticas es que existe más de una forma de llegar a un mismo destino.
En una entrada anterior del blog se mostró un método gráfico para multiplicar; en esta ocasión os presento el método hindú o de Fibonacci (Fibonacci fue el primero en introducirlo en Europa en 1202 en su Liber Abaci) para efectuar multiplicaciones.
Para utilizar el método hindú, debemos construir una tabla, que tendrá forma cuadrada o rectangular dependiendo de si la cantidad de dígitos del multiplicando y del multiplicador es igual o no.
En la siguiente imagen se muestra como se colocan los números a ser multiplicados, el multiplicador se coloca arriba (se lee de izquierda a derecha) y el multiplicando se coloca a la derecha (se lee de arriba hacia abajo).
En este caso, tenemos un número de tres dígitos (532) y otro de dos dígitos (18), por lo tanto, nuestro rectángulo es de 2×3 (dos filas por tres columnas). Luego, trazamos la diagonal a cada celda como se muestra en la imagen y listo, ya tenemos nuestra tabla.