Un número primo es un número natural cuyos únicos divisores positivos son el propio número y el 1.
Un número capicúa es un número que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda.
Un ejemplo de número que sea primo y también capicúa es el 131, ya que solo tiene como divisores 131 y 1 y, además, se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda.
Si buscáis, podéis encontrar números de más cifras que cumplan también esto: que sean números primos y, a la vez, números capicúas.
Yo os voy a enseñar un número de este tipo (primo y capicúa), bastante más grande que 131 pues tiene 101 cifras, y que es especial por una cosa que podemos hacer con él. Ese número es:
En el siglo I a.C., apareció un cifrado por sustitución conocido con el nombre genérico de código César.
El nombre se debe a la figura de Cayo Julio César, militar y político romano cuya dictadura puso fin a la República en Roma, que supuestamente lo utilizaba para comunicarse con sus generales.
Las y los seguidores de Astérix el galo lo conocerán por su incansable lucha intentando conquistar la pequeña aldea de irreductibles galos al noroeste de la Galia donde viven Astérix y Obelix.
Uno de los objetivos de este blog es, aparte de entretener, como su propio nombre indica, acercar las matemáticas a aquellas y aquellos que lo visitan.
En mi humilde opinión, las matemáticas no deben ser ese cúmulo de conceptos, fórmulas y ejercicios mecánicos con los que se bombardea a los estudiantes en los colegios e institutos. Todo eso lo único que hace es alejarlas de la gente.
No voy a entrar en ese tema ahora, que estoy seguro que daría para muchas líneas de comentarios, y sí quiero hacer hincapié en la importancia que tiene el saber algunas cosas, para poder desenvolvernos con normalidad en nuestro día a día y, sobre todo, para que no nos engañen.
Una de esas cosas que se debería conocer lo mejor posible son los porcentajes.
Y nos podríamos preguntar, como dice el título de esta entrada… ¿Por qué hay que saber de porcentajes?